Hoy estoy frustrado. Muy frustrado. Frustrado, cabreado, enfadado, fastidiado, y muchos mas “-ados” e “-idos” que no creo conveniente escribir en un blog público. Sí, como habrán intuido, hoy he suspendido por primera vez el examen práctico de circulación. ¿Por qué? - por que ha querido el examinador. El examinador, ese temido hombre del que todos hemos oído hablar, un hombre siempre dispuesto a arruinarte el día, y en esta ocasión, cumplió con su propósito.
Llegados a este punto pensarán que estoy utilizando la figura del examinador como una excusa de mi suspenso…cada uno es libre de pensar lo que quiera. No obstante, ¿qué gana el examinador suspendiéndome? - se preguntarán los incrédulos. Yo tengo la respuesta: dinero, como no. Por favor, no piensen de mí que estoy loco, de verdad no creo que sea todo una conspiración judeo-masónica contra el examinando, pero ahora…párense a pensarlo con más detenimiento. Un examinando suspenso supone un examinando que volverá a presentarse más tarde, es decir, un examinando que volverá a pagar las tasas de examen (nada baratas por cierto, más cerca de los 100 euros que de los 50…prefiero no dar cifras). Ahora multipliquen esas tasas no aptas para todos los bolsillos por los cientos de exámenes de circulación que se realizan diariamente en un solo centro de exámenes, por ejemplo en el centro de exámenes de Móstoles, donde son derivados la mayoría de los aspirantes madrileños. Suena tentador para las arcas de la Dirección General de Tráfico, ¿verdad?. En el caso de que algún lector continúe negando mi teoría le rogaría me escribiese un mail explicándome entonces el porqué de que tan sólo yo fuera el único candidato por mi autoescuela que se presentaba por primera vez esta mañana.
Si se acaban de dar cuenta del entramado que hay tras los examinadores, los exámenes, etc…continúen leyendo, esto no es todo. Hemos hablado ya del coste adicional de un segundo intento, pero eso no es sino abrir la veda. El gran negocio de las autoescuelas también saca tajada de esta sangrada al aspirante, quien, habiendo suspendido, no querrá pasar por la misma experiencia de nuevo, así que se asegurará de pagar las suficientes clases prácticas a la autoescuela para ir bien preparado al examen (inocente de él). Huelga decir que un segundo suspenso acarrea la pérdida de la convocatoria, y si el joven aspirante sigue con su enfervorecido deseo de obtener el carnet, no tendrá más que pagar una nueva matrícula por el módico precio de unos 150 euros con suerte.
Toda esta mafia es vergonzosa e impropia, perfectamente denunciable, pero ahora bien, “Quis custodiet ipsos custodes?”. No nos engañemos, cuando pensamos en denunciar a la Dirección General de Tráfico, organismo del Estado, soñamos. Continuemos pues soñando sin precio alguno, al contrario que la obtención del carnet, y mientras tanto, sigamos dejándonos sangrar por las autoescuelas, la DGT, y los examinadores.
El Martes que viene volveré a enfrentarme a esta sangría, con 150 euros menos y una clase práctica más. Espero no tener que volver a escribir del tema entonces. Un cordial saludo.
José María A.
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