Hace un tiempo, en una visita al zoo, recuerdo que mi hermano me dijo: “Me dan pena estos animales, están ahí encerrados”. Tras haberle dado un par de vueltas le respondí que, en realidad, estaba seguro de que eran los animales más felices del mundo: no afrontaban peligros, les daban la comida, habitaban en un ecosistema limpio y,lo más importante, no conocían nada del mundo salvaje ya que habían nacido enel zoo y, por tanto, no podían envidiar nada.
A esto mi hermano respondió: “Imagínate que naces en una selva, unos lobos te crían y cuando creces, sales al mundo exterior, a la civilización. ¿Cómo serías más feliz: en el mundo real lleno de competencia y problemas, o en la selva, con una “venda” en los ojos para no ver el mundo real?” Después de este pequeño debate, aplique el dilema al mundo humano. Si naciéramos en una cárcel, no conociéramos lo que hay fuera, si no conociésemos la verdad y viviéramos engañados y nunca nadie nos lo dijera, ¿seríamos capaces de ser felices?
La conclusión a la que llegué es que se podría ser feliz, yaque nos parecería normal habitar en esa cárcel. Allí nos darían la comida, nos facilitarían la vida, tendríamos compañía (no mucha, pero sí que tendríamos) y al no conocer lo de fuera, no tendríamos que preocuparnos. Esto explica que mucha gente, prefiera permanecer con esa “venda” en los ojos ante ciertas situaciones (chequeos médicos, análisis…). Así, a pesar de vivir engañados,creo que consiguen llegar a un estado en el que, en el fondo, “¿qué importa la verdad mientras pueda ser feliz sin ella?“
Antón Pávlovich Chéjov
Álvaro M.
Álvaro M.
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