La fiebre de los gimnasios
Actualmente existe una fiebre, casi insana,
por los gimnasios. Es uno de los pocos negocios, que en estos tiempos que
corren, están sufriendo un incremento sustancial de sus beneficios y afiliados.
Todos tenemos un amigo, o varios, que dedican dos horas diarias, como mínimo, a
desarrollar su cuerpo en estos lugares de culto al porte exterior. No daré
nombres para que nadie se sienta identificado y, por lo tanto, ofendido. En
ellos podemos encontrar todo tipo de personas: empresarios muy ocupados, que
aprovechan ratos libres para hacer algo de ejercicio, niños ricos de papá que
van a dilapidar las fortunas familiares en todo tipo de clases y batidos de
proteínas que allí se ofrecen. También se pueden encontrar grupos de
cuarentonas que se resisten a envejecer y, por supuesto, no faltan negros de
dos metros que con solo mirarte dan ganas de llamar a tu mamaíta, etc.
Esta nueva forma de “aprovechar”
el tiempo es provocada por el nuevo culto al individuo y al yo, que
la sociedad actual nos ha ido inculcando y que cada vez más asumimos como
ideología propia. Todo esto es autodestructivo para la sociedad, ya que solo se
prima una cosa: el cuerpo. Y el desarrollo de la mente es solamente para unos
pocos, los cuales acabarán por controlar y gobernarnos a todos. Lo perfecto e
ideal, sería la conjugación de actividades mentales con físicas, de manera que
se cumpliera el famoso proverbio, que nuestros sabios antepasados pronunciaron:
“Mens sana in corpore sano”.
Pablo B.
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