La grandeza de los ancianos:
Para la mayoría de la gente adulta que tiene que cuidar de sus padres, éstos pueden llegar a ser una gran carga que requiere comprensión y mucha paciencia. No obstante, en esta vida todo se paga tarde o temprano, y en el caso de los hijos, nos llegará la difícil temporada de devolver los cuidados de nuestros padres cuando éstos estén afrontando sus últimos años.
Cuando nos llegue el momento seguramente haya ocasiones en las que tengamos ganas de enfadarnos con ellos y tirarlos por la ventana, sin embargo, hay que tener en cuenta que si somos alguien es por ellos y profundizando un poco podremos darnos cuenta de que nunca les devolveremos ni la más mínima parte de lo que ellos nos han dado.
Cuando a tu padre se le olvide cómo atarse los zapatos, recuerda el tiempo que él pasó enseñándote lo mismo. Cuando estés hablando con él y estés tentado de interrumpirle y terminar sus palabras, cállate y recuerda todas las noches que tu padre te contó el mismo cuento de siempre para que pudieras dormir. Cuando no le apetezca ducharse no te enfades y recuerda cuántas veces te persiguió él para que te lavases y los continuos esfuerzos que puso para hacerlo más agradable. Cuando le notes ignorante ante tantas cosas, evita herirle con esa sonrisa burlona, él te proporcionó esa educación principesca de la que alardeas.
"Igual que nuestros padres nos han acompañado en los primeros pasos de nuestra vida, es justo que nosotros les apoyemos a terminar la suya."
Jesús G.
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