Preguntas estúpidas:
Cuando era pequeño mis padres se enfadaban conmigo porque decían que no paraba de preguntarles cosas ininterrumpidamente. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que mis padres tenían razón y les agradezco el hecho de haberme corregido, ya que me he dado cuenta de que es realmente molesto e irritante que te pregunten cosas estúpidas.
Un ejemplo. A quién no le ha pasado, que está esperando al autobús y se te acerca un tipo y te pregunta: ¿a pasado ya el autobús?. Pero colega, si el autobús hubiera pasado, ¿de verdad piensas que yo seguiría aquí?. Otro caso, estás en el comedor y te preguntan, ¿está rico?. No, me lo como porque está asqueroso.
Otra situación que me hace gracia es cuando te preguntan la hora señalándose la muñeca. Yo ya sé donde está mi reloj, ¿y el tuyo?, acaso te señalas el pantalón cuando preguntas dónde está el baño. Otro ejemplo es cuando estás en casa, te llaman al fijo y te preguntan: ¿dónde estás?
De esta forma, en vez preguntar tonterías podríamos plantear cuestiones cuya respuesta es realmente incierta, por ejemplo: ¿Por qué los muros de los cementerios son tan altos si los que están dentro no pueden salir y los que están fuera no quieren entrar? o si un abogado enloquece, ¿pierde el juicio? o ¿por qué las azafatas de un avión te enseñan a utilizar un chaleco salvavidas en el puente aéreo Madrid-Barcelona? o ¿por qué el Sol oscurece la piel y aclara el pelo?
Pensemos antes de hablar.
Jesús G.
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