domingo, 20 de mayo de 2012

¡Chivota!

¡Chivota!:

El eterno dilema de los niños pequeños, qué hacer cuando han visto a alguien hacer algo mal y el profesor reclama un culpable. Siempre es una situación difícil y además los niños suelen seguir un código: “Pegar al chivota”, por el cual se rigen, así que los niños obedientes, en cierto sentido, se ven perjudicados y no saben qué hacer.

Pero no son los únicos, los profesores también tienen un problema. Cuando algo se ha hecho mal y merece castigo ellos tienen la obligación de buscar al culpable y asignarle un castigo. Ahora bien, el problema empieza cuando no tienen culpable. En estos casos el profesor siempre recurre al mismo método discriminatorio, castigos colectivos. De esta manera consigue dos cosas: la primera es meterle una presión social tremenda al niño culpable. Y en caso de que la primera no funcione, siempre está la segunda, que consiste en cabrear al populacho. Este se siente tan fuertemente castigado siendo en su mayoría inocentes, que es capaz de saltarse su propio código de honor y acusar al culpable con tal de ser libre.

Y la duda es: ¿Es lícito acusar a un amigo (o a alguien) como culpable de un delito menor con tal de no salir levemente perjudicado? 

“El primer castigo del culpable es que su conciencia lo juzga y no lo absuelve nunca”  Juvenal.

Nico H. 

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