jueves, 3 de mayo de 2012

Ya lo decía Don Quijote.

Ya lo decía Don Quijote.:

Ya lo decía Don Quijote; las segundas partes nunca son buenas. Esta afirmación es tan cierta, como antigua.
Pensemos en Piratas del Caribe. La primera película fue buena y original, con tres personajes geniales; un pirata cobarde y extravagante, una mujer de la nobleza atraída por la aventura y la piratería, y un joven herrero, humilde y noble de espíritu que se embarca en la búsqueda de su padre por los siete mares.

Sin embargo la segunda parte, aunque introduce otro personaje también genial, Jones, pierde esa orginalidad ya que deja de lado la personalidad del  resto de los personajes, para meterse en líos amorosos y un hilo argumentativo tan enrevesado como aburrido.

Pensemos ahora en Modern Family. Ya sé que no es una serie muy seguida entre mis compañeros de clase, pero nadie me podrá negar que es buenísima. Analicemos los personajes: Un señor mayor y divorciado (Jake) que se casa con una mujer sudamericana joven y despampanante. La hija de Jake, Claire, se casa con un hombre descrito por mi madre como un calzonazos, y un poco pringao, que intenta ir siempre de buen rollo haciéndose amigo de sus hijos, Luck, Haily y Alex, también personajes brillantes. El otro hijo de Jake,(Cameron) se hace homosexual y se casa con un hombre gordinflón y obsesionado con ayudar a todas las personas con causas perdidas, que pasan por la calle.

Esta serie mantuvo su estatus de ganadora de 8 grammys las 2 primeras temporadas, pero durante ellas  quedaron  muy bien definidos los personajes y todos sus aspectos, de forma que durante la siguiente temporada en vez de que los mismos progresen, la serie de nuevo toma un cariz rebuscado y aburrido.

Sin embargo pensemos en otras obras cuyas segundas partes sean al menos igual de brillantes que las primeras, El Quijote y El padrino. En El Quijote los personajes sufren un cambio brutal, la quijotización de Sancho y la sanchificación del Quijote, y en el padrino, a cada película le corresponde un momento distinto de la vida de cada personaje, joven, adulto y anciano.

Por tanto las segundas partes aburridas son aquéllas que no introducen ninguna novedad entre los personajes,  que siguen siendo iguales, e introducen como  novedad  líos amorosos e hilos argumentativos complejos, y a veces incomprensibles. Por otro lado las segundas partes brillantes se basan en fuertes cambios en los personajes, que permiten al autor recrearse en su transformación y olvidarse de crear una trama demasiado compleja, a menudo incomprensible y aburrida.

Pablo H.

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