domingo, 6 de mayo de 2012

Los adolescentes somos imbéciles

Los adolescentes somos imbéciles:

Los adolescentes debemos ser muy graciosos a los ojos de un adulto, porque somos auténticos imbéciles. De remate. Pero al fin y al cabo es lo que toca en esta edad, y todos esos adultos que tienen motivos para reírse de nosotros quizás no lo hagan porque ellos a nuestra edad eran iguales, o quizás más imbéciles todavía. La idea es que todos debemos pasar por la experiencia de ser idiotas, es la única manera de dejar de serlo, ¿no?

Esta idiotez se manifiesta de muchas maneras, y es curioso, porque casi todas ellas salen a relucir en el mismo momento; es como la luna llena para el licántropo. Me refiero a la noche del viernes.

Manadas de adolescentes se dirigen al campo de batalla, el más fuerte gana. Todos en busca de lo mismo...
Entonces, una vez en el escenario, los adolescentes hacen alardes de sus virtudes. Normalmente se quitan el jersey, subiéndose deliberadamente la camiseta, normalmente más pequeña de lo que debería. Se han pasado toda la tarde eligiendo el jersey y ahora se lo quitan. Pero bueno, también tienen que rentabilizar la media hora que les ha costado elegir camiseta.

Después de los preparativos y de algunas copas, comienza la acción. Unos van directos, primer asalto... ¿primera bofetada? Si la respuesta es positiva, no hay nada que hacer, salvo buscar otra víctima y otra más que posible bofetada.. Si todavía no le han dado un guantazo pero le han dado calabazas, lo mismo le invita a una copa. Y a otra. Y a otra. Y a otra. Y al final, mediante el desgaste, puede acabar consiguiendo algo. Eso sí, los 20 pavos en copas no se los devuelve nadie, y al día siguiente no se acuerda ni de cómo se llamaba la chica.

Otros sin embargo buscan pelea. Para demostrar quién es el más fuerte. "Bua tú chaval, hoy nos damos de canteo eh?! Que tengo unas ganas de movida que flipas!" Esta frase o una de sus derivadas son frecuentes en discotecas y fiestas. Es gracioso, porque suelen acabar igual, sin pillar cacho y con la cabeza abierta. Pero más graciosos son todavía los motivos por los que tiene la cabeza abierta: "Es que era del atleti", "Es que me ha empujado", "Es que me ha mirado"... Tú eres tonto chaval.

Luego está el típico borracho. A este le da igual uno que veinte. El primer intento es con el pivón del lugar. Sin embargo, como es susceptible de llevarse un hachazo, cambia el objetivo... y va bajando el listón hasta que por fin encuentra una a su medida. La historia del borracho suele acabar de la misma manera. O potando en una esquina o haciendo tonterías de las que se arrepiente al día siguiente cuando un colega le enseña o un vídeo suyo de la noche anterior o una foto de su "presa". Si se da este segundo caso, seguramente vuelva a vomitar. Además son un género versátil, pues en numerosas ocasiones se les puede incluir en el grupo de los "street fighters", con el inconveniente de que con semejante cogorza uno no es capaz de acertar a dar a un elefante.

Sin embargo, a mi juicio, los que más fortuna tienen son los que se camuflan entre la masa acechando a su víctima en la pista de baile. Esperan el momento exacto, y cuando llega, atacan. Son los más sensatos, los más fríos y calculadores, con una estrategia trabajada desde hace ocho semanas. Seguramente hayan pasado noches sin dormir maquinando. De todas formas hay casos y casos, y muchas veces estos currantes acaban también con la cara mirando a Cuenca.

La  verdad es que estos extraños comportamientos son dignos de estudio. Son cuanto menos curiosos, y esque lo cierto es que los adolescentes sacamos a relucir nuestro repertorio de estupideces en este momento. Las cosas que uno hace un viernes por la noche no las haría un lunes por la tarde.

¿Por qué somos así de tontos? Pues no lo sé. Pero bueno, yo lo único que espero es ser un tonto sólo el tiempo que haya que serlo y no terminar intentando pescar en una discoteca a los cuarenta, porque a este paso, a juzgar por lo que se ve en estos sitios, no es ninguna tontería pensar que uno puede acabar así...

Juan G.

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