viernes, 27 de abril de 2012

Una vida sin transporte público... No es vida

Una vida sin transporte público... No es vida:

Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que una vida sin transporte público no es vida. Es de esas experiencias por las que uno debe de pasar antes de morir.

Pongamos por caso el bus público. Todo el que viaje con más o menos asiduidad en autobus, habrá padecido, y si no, presenciado, la típica escena de la vieja acosadora. Estás sentado, solo en el bus. Se sube una señora, que tiene todo el maldito bus para sentarse, y se pone a tu lado. Y mira que has puesto la mochila en el asiento de al lado como diciendo: tu aquí no te sientas abuela. Vaya que no!!

Otra mítica es la de sentarse detrás de una pareja feliz. Demasiado feliz diría yo. Yo una vez me senté detrás de una, con la peculiaridad de que compartían mientras tanto un chupa chups. Todavía sueño con ello: una parejita enomorada y un chupa chups es una mala combinación, en serio.

¿Y a quién no le han cerrado la puerta en las narices después de matarte corriendo para pillarlo?
También es muy típico que cuando necesitas que llegue pronto porque tienes prisa se retrase, y cuando quieres que se retrase porque no llegas se adelante. O estar esperando en tu parada y ver todos los autobuses pasando en dirección contraria.

Pero lo más gracioso es cuando subes: el conductor yo creo que siempre es el mismo en todos los autobuses del mundo: calvo, gordo y con fútbol en la radio, debe venir de serie con el autobus.
Pero ahora en serio, si alguien se sube a un bus y el conductor no es calvo, que se baje inmediatamente, hay gato encerrado seguro.

También tiene gracia cuando miras el ambiente. Te sientes tú el extranjero!! Además huele que da gusto... Y lo de sentarse es una odisea.

Sin embargo, hay una experiencia todavía más apasionante. Montarse en un buho. Eso sí que es una experiencia única. Personajillos varios en la noche, con un denominador común: todos con un ciego del quince. Yo creo que hasta el conductor va tajado. Y eso por lo menos! Porque luego está el típico yonki con su chándal blanco de adidas que se dispone a fumarse su decimoquinto pei de la noche allí, tranquilamente. Es increíble, una experiencia claramente recomendable.

Y como estas muchas más.

Yo solo espero haber incentivado el uso de transporte público con este post. Es lo más cómodo, rápido y seguro. Y si tienes coche olvídalo, que una vida sin transporte público.. no es vida.

Juan G.

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