domingo, 15 de abril de 2012

Un mal día de caza


Un mal día de caza

Nos esperaba un día entero en busca de un buen bicho al que dar caza. Hoy tocaba corzo, un animal difícil, ya que se mantiene siempre alerta y es complicado pillarlo por sorpresa.

El día empezó mal. Nos despertamos al alba, y al mirar por la ventana estaba todo nevado. El frío nos congelaba mientras nos montábamos en el todoterreno, pero estábamos dispuestos a sufrir para conseguir nuestro objetivo. La mañana la pasamos buscando corzos desde dentro del coche, ya que esa mañana practicar la caza a pie era imposible. Desde el vehículo pudimos ver muchísimos corzos, pero en su mayoría hembras, que no nos interesaban, y los que eran machos eran demasiado pequeños. La mañana terminó en fracaso, ya que no habíamos ni siquiera podido enfilar con el rifle a ningún macho que mereciera la pena. Nos fuimos a desayunar a la casa, y según entramos empezó a llover, que a priori parecía una mala noticia, pero que al final resultó se buena, ya que salió el sol por la tarde y la lluvia había quitado la mayoría de la nieve de los prados.

Ya por la tarde, hacia las siete, decidimos salir andando ya que el tiempo nos acompañaba. Empezamos a subir por el monte, recorriendo con los prismáticos cada milímetro de tierra que recorríamos. Pronto divisamos un grupo de cuatro corzos escondidos entre los arbustos. Eran dos hembras y dos machos, uno de ellos pequeño, pero el otro era justo lo que estábamos buscando. Decidimos que sería mi hermano el que le dispararía. Se apoyo en una rama para estabilizar el rifle y apuntar al macho grande. Herró el primer disparo, pero accionó el cerrojo rápido y fue capaz de dar al animal en el segundo ataque, cuando ya el corzo se disponía a marcharse. Le habíamos dado de pata y parecía que no se movía. Empezamos a andar para recoger nuestro preciado trofeo cuando de repente empezó a intentar huir. Aunque estaba herido consiguió escaparse poco a poco. Empezamos a perseguirle corriendo y le volvimos a divisar en un prado cercano cojeando intentando salvar su vida. no conseguimos poder rematarle y se metió en un bosque. Estuvimos cerca de dos horas buscando su rastro de sangre y metiéndonos en el bosque para cobrarlo, pero no hubo manera. Esta vez el corzo estuvo más listo que nosotros. Cuando se nos escapó nos echábamos la culpa los unos a los otros por no haber corrido más, por no haberlo rematado cuando estaba dado de pata después del primer disparo y otras muchas quejas. 

No dejes para luego lo que puedes hacer ahora, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Las cosas hay que terminarlas, y hay que terminarlas bien.

Joaquín B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario