sábado, 21 de abril de 2012

El oro y el moro

El oro y el moro:
El mundo es injusto. Esto es así. Y si alguien piensa que voy a empezar a despotricar contra el colegio, se equivoca.

Hablo de los árabes: un pueblo en el que hay tres clases de personas muy distintas, y el grupo más numeroso es el que sufre todas las desigualdades.

En primer lugar encontramos a un reducido grupo dedicado a vivir su religión con ganas, pero con ganas de pelea. Creo que están mal de la cabeza pues para llegar al cielo en el Islam no es necesario estrellar aviones contra torres.


En segundo lugar están aquellos que con un chasquido de dedos construyen Baqueira entre las dunas, o aquellos cuyos caprichos económicos desestabilizan al mundo cada diez años. Son cuatro gatos que se aprovechan de la suerte que han tenido al encontrarse bajo sus pies un aceite llamado petróleo.

Por último tenemos a la gente normal, a los pastores, a los que se ganan la vida como pueden, mientras unos (primer grupo) les estallan los mercados cada semana y otros (segundo grupo) chupan todo el dinero para construir  rascacielos kilométricos.

El mundo es muy injusto. Y lo mejor de todo es que no sabemos como evitarlo.

Carlos I.

1 comentario:

  1. Me gusta este artículo, pero te planteo lo siguiente:

    En España hay personas que usan la violencia para conseguir sus fines; hay personas que chupan todo el dinero de las arcas públicas para su propio beneplácito (tantos casos de corrupción, el misterioso viaje del rey a Botswana, etc). Todo esto lo sufren las personas normales, y las que tienen dificultades económicas.

    España también es un país injusto, sin embargo nadie lo ve como un país injusto. Cuando digo nadie me refiero a mi mismo. No veo España como un país injusto, ¿acaso deberíamos ser hermanitas de la caridad?

    Por esta misma razón tampoco veo el mundo como algo injusto. Sin embargo, la idea generalmente aceptada es la de que el mundo es injusto. Si una persona no ha sabido o no ha podido tener éxito en la vida no es que el mundo sea injusto, sino que esa persona no ha sabido cómo hacerlo, o ha sido vaga, o mil cosas podrían ser.

    Algunos lo llaman suerte, otros capacidad para triunfar y tener éxito y muy pocos lo llaman destino. Yo me decanto por la segunda opción porque, como dijo Thomas Alva Edison: "El genio es un uno por ciento de inspiración, y un noventa y nueve por ciento de transpiración."

    José DBU

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