sábado, 21 de abril de 2012

Un viaje a utopia

Un viaje a utopia:

Viajemos por la historia hasta el año 1917.  Triunfó la revolución bolchevique en Rusia, momento en el que se pone en práctica lo expresado por Karl Marx en su obra el manifiesto comunista. Por fin se materializaba alguna de las múltiples propuestas de revolución social del siglo XVIII, que hasta ese momento habían sido completamente utópicas, únicamente papel mojado.

Sin embargo este nuevo sistema resultó ser incluso más utópico los otros movimientos revolucionarios. Las ideas de Marx se basaban en dos pilares: la revolución del proletariado y la sociedad igualitaria. La toma del poder del proletariado fue un atentado contra propiedad privada, pero esto no fue más que el movimiento de un peón en una partida de ajedrez que se ganaría al conseguir una  sociedad igualitaria.

A pesar de que la revolución pareció triunfar en un principio, la paradójica  aspiración de igualdad comenzó a mostrar sus contradicciones desde el primer momento. La primera de estas fue la gran diferencia de riqueza entre un pueblo que moría de hambre mientras unos pocos miembros del partido único disfrutaban de sus lujosos coches de importación, pero no fue la última. Este sistema parecía tener una gran superioridad moral ante el liberalismo reinante en le resto de países, pero la pobreza de la gran mayoría de la población  y un constante malestar social producido por el hambre y la represión demostró que no era muy diferente al resto de utopías del siglo anterior. Pero ¿ por qué? ¿no es acaso una sociedad igualitaria la más justa ?

La respuesta es sencilla: la igualdad no es una aspiración. La vida es desigual, la naturaleza también. Unos son más inteligentes, otros más altos, otros más fuertes, y en contrapartida unos menos inteligentes, otros menos altos y otros menos fuertes. Intentar resolver esta desigualdad es tan estúpido como intentar parar un Tsunami con una red de pesca. Después de todo Aristóteles tenía razón, lo bueno es lo que se adecúa a la naturaleza,y lo que no se adecúe a ella es malo.  El comunismo es un claro ejemplo de ello, porque intenta luchar contra la naturaleza, que es por sí desigual, y esta es la causa de su fracaso.

Pablo H.

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