martes, 10 de abril de 2012

Un cambio campestre

Un cambio campestre

Esta Semana Santa he tenido la suerte de poder escaparme dos días a un pueblo de Toledo. Era un pueblo casi desierto, rústico, con las típicas casas de pueblo. Como era de esperar, la edad media de los habitantes de allí era de 70 años.

Ese día se me ocurrió acompañar a mi padre a por tabaco (para él, obviamente) y salimos del hotel en el que estábamos alojados ( a 5 km. de todo lo existente) y fuimos al pueblo en coche. Allí entramos en un bar oscuro y lúgubre llamado "Kuki" y el dueño nos miró con cara rara. Una vez mi padre compró tabaco le dije: 
- " Papá, yo no podría vivir así". 
-"¿Así como?" me respondió. Entonces le conté mi opinión sobre lo depresiva que debía ser esa vida en el pueblo. Levantarse, ir con las cabras o ir a la fábrica de cementos (que contaba con 2 trabajadores), y a las 8 volver a tu casa rústica y prepararte para hacer lo mismo durante toda tu vida, sin tener cambios ni aspiraciones.  

Él me respondió que no veía diferencia con la vida de un adulto de ciudad que se levanta, se va a trabajar, y vuelve a las 10 a su casa para hacer lo mismo el día siguiente. Entonces me dí cuenta de que no había tanta diferencia entre los dos tipos de vida (campo-ciudad). Es más,  me dí cuenta de que un trabajador de campo vivía mejor que yo: dormía más, no tenía problemas, se divertía con sus hijos... Intenté encontrar razones de que era mejor la ciudad, pero cada ejemplo que ponía se volvía en contra mía (teléfonos móviles, cines, centros comerciales..) 

Fue una reflexión interesante y me pareció que debía dejarlo escrito en algún sitio, así que ahí queda eso. 
 
"He aprendido del campo una cosa: que la mejor tierra no se ve porque la cubre la maleza". Juan Bosch.
 
Álvaro M.
 

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