martes, 10 de abril de 2012

Un mapamundi de Lepe

Un mapamundi de Lepe: El otro día me quedé atónito cuando vi un mapamundi australiano. No lo había visto en mi vida, y fue completamente de risa verlo por primera vez. No paraba de percibir lo extraño que resultaba ver toda la geografía que conozco pero al revés. El mundo que muestra es el mismo, pero con el Pacífico y Australia en medio, y los continentes “boca abajo”, es decir, el sur arriba y el norte abajo. España ya no era el centro del mundo.



El haber visto esto me hizo reflexionar. ¡Cuánto nos miramos al ombligo! Y no sólo eso, sino además nos creemos el centro del universo. ¿Alguna vez has pensado cuanto tiempo durante el día dedicas tus pensamientos a ti mismo? Yo acabo de darme cuenta. Ha habido días que el 100% de mis pensamientos se han centrado en mí y en todo lo que quiero para mí. Parece increíble, ¿verdad? Y, sin embargo, qué poco les importa al resto los pensamientos que concebimos sobre nosotros mismos.

El verlo en los mapas nos enseña una variante de esta forma de pensar. Cuando estamos en conjunto también somos capaces de estar pensando sólo en nosotros mismos, en nuestro grupo. Al igual que los Europeos se creen el centro del mundo con su mapa, ¡qué pequeña queda Europa desde el punto de vista australiano! Parece increíble que nuestro “egoísmo intelectual” lohayamos extendido a la forma de pensar como grupo.

También se manifiesta muy claro este “egoísmo grupal” cuando uno ve el plan educativo preuniversitario. Historia de España, asignatura obligatoria. ¿Por qué? ¿No puede ser historia universal? ¿Tenemos que centrarnos siempre en nuestro país, con lo pequeño e insignificante que es encomparación con el resto del mundo? Debe ser que sí. Cuando pienso en la historia que he dado durante mis años de secundaria, pienso: ¿y China qué? ¿Y la India? Sólo la he visto mencionada cuando venía referido a algo relacionado con Occidente. Sólo se estudiaba historia Occidental.

Todo esto nos lleva a una conclusión. Pensamos de una forma egoísta, ya sea individualmente o en grupos. Nos cuesta muchísimo donar una parte de nuestro pensamiento a los demás, y si nos cuesta pensar en los demás, imagínate lo que nos cuesta hacer algo por los demás. Yo he sacado dos propósitos para intentar mejorar esta actitud, el primero es claramente dedicar tiempo a los demás, no sólo del pensamiento, sino también en obras. Y segundo, darme cuenta de que el 90% de las cosas que me dedico a pensar sobre mí mismo importan bastante poco a los demás. Animo a todos a poner en práctica estos dos propósitos, para no terminar como el lepero del chiste, que llegó a la librería y dijo: “quiero un mapamundi de Lepe”.

Alan P.

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